Décima primera ¨Luna de Pájaros¨, una noche más que cálida en el estudio. Algunos inconvenientes técnicos demoraron la puesta al aire, pero la bandada aguardaba sobrevolando elípticamente confabulada, a la espera de posarse en la madre satelital. Y minutos después de las 21:00 hs nos encaramamos en la frecuencia. Arrancamos con unos versos de la bella poeta Fabiana Posee residente en Chivilcoy. Luego de dos frases breves pero profundas, más un verso de Pedro Soto de San Francisco Solano, le dimos paso a algunos chistes, anécdotas, saludos a cumpleañeros. Nos acompañó también un texto del guatemalteco Augusto Monterroso ¨El elogio dudoso¨, no faltaron las efemérides, curiosidades y algo más del ¨Libro callejero¨. La breve pero buena música precedió al texto ¨El diario a diario¨ perteneciente a Don Julio Cortázar y como una cosa trae la otra así llegó el turno de nuestro invitado especial. César León Vargas oriundo de Canals provincia de Córdoba y aunque vivió algún tiempo en Bell Ville, actualmente se encuentra residiendo en la capital cordobesa. Miembro de ¨El caldero de los cuenteros¨, ¨Cuento palabra¨, ¨Venique te cuento¨, integra la Red latinoamericana de cuentería. Es narrador oral, poeta, capacitador, miembro de la comisión organizadora de la Feria del Libro Córdoba. Trabajador por la defensa de los derechos humanos. Relator de video-documentales. Ha editado por ejemplo: Antología poética/Poemas en la calle/El cronopio/Antología de la poesía social argentina/Poesía actual de Córdoba de los 80/El escriba de los epitafios/Los Cuatro Sellos/Ellas/El libro de la alegría, por citar solo algunos. Participa de encuentros y festivales de narración oral. César nos deslumbró con un fabuloso cuento breve y tres magníficos poemas, como no podía ser de otra manera aquí una de sus poesías:LA ORTIGA
De niño conocí la ortiga. Fue en los campos del sur.
Mi vida aún no tenía ni cicatriz ni sangre
y al sentir el dolor, la quemadura fría,
el escozor entre los dedos
desbaraté con furia, a pisotones, esa planta agresiva.
Madre sumergio mis manos en en el agua.
Padre se rió, burlón y se agachó a besarme,
aún guardo en el rostro el áspero empujón de su mejilla.
Después siguió la historia: leguas de sables y prostíbulos.
Los duelos de la patria, llorando escarapelas en la cárcel,
vivando los goles en el mundial del siglo;
sintiendo hasta en la base de la lengua
el filo del talismán del enemigo.
Todo lo que me ocupó de dolor, lo tuve.
Por eso, al recordar la ortiga, me sonrío...





